Solucion diabetes tipo 2

Causas de la diabetes tipo 2

La diabetes de tipo 2 se desarrolla cuando el organismo no utiliza la insulina de forma eficaz y pierde gradualmente la capacidad de producir suficiente insulina. La insulina es una hormona que controla la cantidad de glucosa en la sangre. La insulina ayuda a que la glucosa producida por la digestión de los hidratos de carbono pase de la sangre a las células del organismo, donde puede utilizarse como fuente de energía.

En la diabetes de tipo 2, las células del organismo no responden eficazmente a la insulina. Esto se conoce como resistencia a la insulina y provoca que la glucosa permanezca en la sangre, lo que da lugar a un nivel de glucosa en sangre superior al normal (lo que se conoce como hiperglucemia).

En la diabetes de tipo 2, el organismo puede producir suficiente insulina al principio de la enfermedad, pero no responde a ella con eficacia. A medida que la diabetes de tipo 2 progresa, el páncreas pierde gradualmente la capacidad de producir suficiente insulina. La diabetes de tipo 2 está asociada a factores hereditarios y a factores de riesgo relacionados con el estilo de vida, como el sobrepeso o la obesidad, una dieta inadecuada y una actividad física insuficiente.

La prediabetes significa que los niveles de azúcar en sangre son más elevados de lo normal, pero no lo suficiente como para llegar al diagnóstico de diabetes de tipo 2. Sin cambios en el estilo de vida, una persona con prediabetes corre un alto riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2.

Definición de diabetes de tipo 2

Si padece diabetes de tipo 2, no está solo. Según los CDC, una de cada 10 personas en Estados Unidos padece diabetes. Sin embargo, a pesar de los considerables avances en el tratamiento de la diabetes en los últimos 20 años, menos de la mitad de los diabéticos alcanzan realmente su objetivo de glucemia.

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En parte, esto puede deberse a que los médicos pueden ser lentos a la hora de realizar cambios en el plan de tratamiento de un paciente, incluso cuando no se están cumpliendo sus objetivos terapéuticos. Uno de los motivos puede ser el abrumador número de medicamentos disponibles en la actualidad. Y, sin embargo, esperar demasiado para ajustar el tratamiento de la diabetes de tipo 2 puede tener efectos negativos duraderos en el organismo que pueden aumentar el riesgo de cardiopatías y nefropatías y otras complicaciones.

La diabetes de tipo 2 es una enfermedad crónica que afecta a la capacidad del organismo para utilizar la glucosa o azúcar como combustible. Nuestro cuerpo produce una hormona llamada insulina que permite que el azúcar de los hidratos de carbono de los alimentos que ingerimos llegue a las células y se utilice como energía. En la diabetes de tipo 2, la capacidad de la insulina para cumplir su función se ve comprometida y, con el tiempo, el organismo produce menos. Esto significa menos azúcar en las células como combustible y más azúcar en la sangre, donde no puede utilizarse. Con el tiempo, unos niveles elevados de azúcar en sangre pueden dañar órganos vitales como el corazón, los riñones, los nervios y los ojos.

Diabetes tipo 2

Más de 37 millones de estadounidenses tienen diabetes (aproximadamente 1 de cada 10), y aproximadamente el 90-95% de ellos padecen diabetes de tipo 2. La diabetes de tipo 2 se desarrolla con mayor frecuencia en personas mayores de 45 años, pero cada vez son más los niños, adolescentes y adultos jóvenes que también la padecen.

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La insulina es una hormona producida por el páncreas que actúa como una llave para que el azúcar de la sangre entre en las células del cuerpo y se utilice como energía. Si tiene diabetes de tipo 2, las células no responden normalmente a la insulina, lo que se denomina resistencia a la insulina. El páncreas produce más insulina para intentar que las células respondan. Al final, el páncreas no da abasto y el nivel de azúcar en sangre aumenta, sentando las bases de la prediabetes y la diabetes de tipo 2. El nivel elevado de azúcar en sangre es perjudicial para la salud. Un nivel elevado de azúcar en sangre es perjudicial para el organismo y puede causar otros problemas de salud graves, como cardiopatías, pérdida de visión y enfermedades renales.

Los síntomas de la diabetes de tipo 2 suelen desarrollarse a lo largo de varios años y pueden pasar desapercibidos durante mucho tiempo (a veces no hay ningún síntoma perceptible). Dado que los síntomas pueden ser difíciles de detectar, es importante conocer los factores de riesgo y acudir al médico para que analice su glucemia si presenta alguno de ellos.

Diabetes tipo 1 frente a tipo 2

La diabetes mellitus afecta aproximadamente a 16 millones de personas en Estados Unidos y representa alrededor de una sexta parte de todos los gastos sanitarios.1 El 90% de los pacientes con diabetes padecen diabetes de tipo 2 (antes conocida como diabetes no insulinodependiente) y a menudo necesitan agentes orales o insulina para controlar la glucosa. La tasa de mortalidad de los pacientes diabéticos puede ser hasta 11 veces superior a la de las personas que no padecen la enfermedad.1 La diabetes es una de las principales causas de ceguera, insuficiencia renal y amputaciones de pies y piernas en adultos. La atención sanitaria gestionada y los recursos presupuestarios suponen un reto para los médicos a la hora de proporcionar una atención sanitaria integral a los pacientes con diabetes.

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En los últimos tres años, la introducción de nuevos agentes orales ha suscitado dudas sobre cuál es el enfoque más rentable para el tratamiento de la diabetes de tipo 2. Dado que los datos farmacoeconómicos relativos a los regímenes antidiabéticos son limitados, los médicos deben seleccionar el agente o agentes más apropiados en función de las características del paciente, el nivel de control de la glucosa y el coste. Un enfoque racional para el tratamiento de pacientes con distintos estadios de la enfermedad requiere una comprensión de las características que conducen a la progresión de la enfermedad, así como una revisión exhaustiva de los nuevos agentes orales para el tratamiento de la diabetes de tipo 2 y la base clínica y económica para la selección adecuada de fármacos.

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